



Las mujeres negras han sido las paridoras de vida y de lucha, las cuidadoras, las sabedoras, las bases y las maestras, las portadoras de sueños y las trenzadoras de los caminos hacia la libertad. Ellas son conscientes que todo lo que han logrado como mujeres y como pueblo negro es gracias al territorio. Danelly Estupiñán, activista de PCN, es una de esas mujeres que siembra vida y actúa bajo el ritmo del sol, la luna, el mar y el río, y con el tesón característico de su voz habla de cómo la relación de las mujeres negras con el territorio es contra hegemónica, porque “el territorio es el único garante de derechos, porque te da salud, aire, alimento y un espacio para vivir”.
El territorio, para las mujeres negras, no es únicamente un pedazo de tierra, sino que es “el espacio de vida, el común, la casa grande”, como lo explica Mary Cruz, coordinadora del equipo de género Palenque Congal (PCN). Sin embargo, el Estado sigue interviniendo los territorios negros con megaproyectos de infraestructura portuaria, carreteras, minería y demás, que abanderan el papel antagónico en el cuidado del medioambiente. De nada sirve que, según el Plan Nacional de Desarrollo 2018-2022, al pacífico se la haya asignado $6,1 billones adicionales, si los dineros no aportan a mejorar la calidad de vida de las comunidades que habitan los territorios ni a la conservación de los ecosistemas. En palabras de Danelly, el país se tiene que dar cuenta que el ser humano y las comunidades somos eco dependientes, que las otras formas de vida deben ser tratadas con igualdad porque sin ellas no existiríamos.
Así se empieza a construir la territorialidad
Así también es el sentir de Sofía Garzón, militante de PCN, quien guarda como un diario de campo y de vida las historias de muchas mujeres que se han entregado en cuerpo y alma al territorio. Una de ella es María, una compañera del Patía (Cauca), que habló sobre la territorialidad a partir de la práctica productiva de la conchería en área de manglar a través de la cual se sostienen los hogares y otra de las zonas era la más adentrada, donde estaban la carne de monte que usaban para alimentarse. Es decir, que las prácticas productivas se hacían un territorio grande para que todos los miembros de las comunidades pudieran alimentarse de manera colectiva.
De esta forma, la lógica no era la producción sin conciencia y disponer del territorio para alimentarse, sino identificar cuáles son los espacios que nos permiten tomar elementos para vivir en una relación orgánica con el territorio sin interrumpir los ciclos de vida. Así se construye territorialidad.
Una de las protagonistas, de las tantas historias sobre mujeres en su defensa por el territorio, es Diana Granja. Ella vende chontaduro y es defensora de las mujeres y familias tumaqueñas. Gracias a ella los ecosistemas de manglares hacen parte de los títulos colectivos, porque generó la reflexión de cómo los manglares hacen parte de la ecología de los consejos comunitarios. Mama Cuama también es una de esas mujeres “tercas”, que puso en discusión sobre qué y para qué es el desarrollo cuando se debatía el primer PND que se hizo para las comunidades negras en el 2000. Así también está Paulina Balanta y Gloria Mina que lideraron procesos para evitar que se desviara el río Ovejas (Cauca).
Por todas estas mujeres y por muchas otras más o menos conocidas, explica Sofía, es que podemos incluir la defensa del territorio como la defensa de los derechos humanos. Debido a ellas, con su voz imponente, su sentido crítico y su pensamiento en función de lo colectivo, podemos decir que las mujeres negras estamos definiendo que participar es también decidir cómo queremos la vida como pueblo negro.
Fortalecimiento a los consejos comunitarios y procesos organizativos en miras a la titulación
Aproximadamente han participado 456 consejos comunitarios en los talleres del componente de Fortalecimiento en el Proyecto de Titulación Colectiva para Territorios Ancestrales Afrodescendientes en Colombia. En estos, han asistido 912 personas, de las cuales 327 son mujeres que han participado en los talleres elevando su voz y representando a sus comunidades en los espacios de fortalecimiento en el proyecto de mayor magnitud sobre titulación colectiva en el país actualmente, ya que es vital contar con la participación de las mujeres, así como también en las juntas de gobiernos y otros espacios de toma de decisiones en las organizaciones de base. El punto de vista de las mujeres debe estar en las construcciones de los diseños metodológicos y jurídicos para la defensa del territorio, asegura Mary Cruz.
Y las mujeres no solo luchan por obtener la titulación, sino que las mujeres se encargan de que las prácticas ancestrales no mueran, esta es la voz de Eda Beatriz, representante legal del Consejo Comunitario Manuel Mane Iriarte de Plato (Magdalena), porque “somos las mujeres las que replicamos y tenemos la tarea de enseñar nuestras prácticas ancestrales”.
Como se vivencia, las mujeres negras tienen distintos roles en los espacios colectivos, son ellas quienes tienen el saber para cuidar el territorio y por eso, son sujetas clave en la titulación colectiva. Por lo tanto, el llamado de Sofía y de Danelly es que todas las mujeres y las comunidades deben unificarse y organizarse para planificar y actuar ante las políticas y los responsables de las mismas, que están afectando los territorios. La individualización no tiene cabida como sujeto colectivo que es el pueblo negro, así que la apuesta debe ser organizarse en la ruralidad y en las urbes donde se encuentra la población negra. Así se estará trabajando para que el proyecto político de ser pueblo negro no se muera.